Un día malo no impide un mañana mejor

Hay veces en las que, simplemente, no es tu día. Y ni siquiera sabes el motivo.

Hay veces en las que sin saber por qué, todo se vuelve gris. Tu mente se cierra y sientes como si nada te saliera bien, como si todo el valor que has estado reuniendo hubiera desaparecido. Y solo estás tú junto a un vacío existencial que no sabes cómo rellenar. 

Todos tenemos días malos. Todos tenemos días en los que la tristeza nos invade y ni siquiera sabemos qué nos pasa, sentimos como si nuestro cuerpo se hubiera apagado y necesitara algo de tiempo alejado del mundo. Algo de tiempo para conectar con nosotros mismos. Algo de tiempo para pensar. 

Y, ¿sabes? en esos momentos no tienes por qué esconder tus sentimientos por miedo a parecer débil. Por miedo a resquebrajarte y no poder unir tus pedazos. Porque a veces, lo único que necesitas es lo que tanto cuesta a veces: llorar. 


No hay que ver el llanto como un signo de vulnerabilidad, sino de liberación de todos lo que hemos acumulado. Un signo de libertad de las emociones. De dejar a un lado las cosas malas para dejar hueco a algo nuevo. A algo mejor. 

Todos los días no pueden ser perfectos, porque por algo somos humanos. Pero te diré una cosa: Un día malo no significa que el día siguiente también vaya a serlo.

Así que simplemente dedícate un tiempo a ti mismo, reflexiona, y desahógate. Porque mañana será un día mucho mejor. Te lo aseguro. 

The Optimistic Side


Imágen via Weheartit

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